Esta mañana cuando me levante y
tire la lámpara, el móvil y el reloj de una barrida al suelo por
intentar apagar el horrible ruido del despertador que me sobresalto
en lugar de despertarme a las 6 de la mañana, tuve que haberme
percatado de que no iba a ser un día fino, por decirlo de alguna
manera. Si sales tarde de casa y te toca correr casi un kilómetro
bajo la lluvia y sin paraguas. Porque obviamente hoy no podía
funcionar, para que, si solo cae el puto diluvio universal y hacía
una aire del carajo. Las señales estaban siendo al menos un poco
claras. Pero por si fuera poco cuando llegas a la parada, tú autobús
sale y te toca esperar otros 20 minutos hasta la llegada del
siguiente, porque ese día el trafico es terrorífico debido a la
lluvia, y no tampoco podía ser de otra manera. Pues no
necesariamente hay que ser Aramis Fuster, para saber que el día no
va a mejorar y apunta a ser malo de narices. Pero me equivocaba, no
iba a ser tan malo como parecía, iba a ser una autentica pesadilla.
Eran las 11 de la mañana y me
encontraba con la mirada perdida en la pantalla del ordenador
mientras removían el veneno llamado café que servían en la máquina
expendedora del hall de la oficina. Pero con el día que llevaba
quizás me diera una cagalera y así podría irme a casa a pasar el
resto del día sentado en la taza leyendo cualquier cosa que tuviera
a mano. Porque no solo tenía que recuperar la hora tarde que había
llegado, sino además tenía que unirle una ristra de informes que mi
jefe había decidido que hoy tenían que estar terminado y enviado a
la central, porque mañana tenían comida de jefes y quería colgarse
unas cuantas medallas, daba igual que el trabajo de una semana
tuviera que hacerlo en un día. Todo eso lo ponía muy clarito en el
correo que me había mandado hacía cinco minutos, desde su
blackberry, es decir, desde a saber dónde estaría el cacho cabrón.
Eran las cuatro de la tarde y desde
el veneno de las 10 no había probado nada aun. Quería terminar lo
antes posible e irme a casa para calzarme las zapatillas y salir al
parque hasta la extenuación, quería llegar a casa tan cansado que
mi cabeza fuera incapaz de pensar en nada que no fuera en tirarme a
la cama a dormir y olvidar esta mierda de día. Pero entonces le vi
aparecer por el pasillo. Con su porte atlético, su mirada de
superioridad, su pelo engominado hacía atras y con un mensaje en su
mirada que decía, te voy a joder vivo.
- ¿Qué mierda de previsión para el año me has dado? , eso no es lo que tú me dijiste que tendría. Acaso te has olvidado de como se realiza tú trabajo.
Todavía no sabía por donde, pero
me estaba empezando a caerme hostias como panes. El tío tenía que
estar disfrutando, porque a medida que yo me hundía en mi sitio, él
parecía hacerse más grande. Pero tampoco mi iba a dejar avasallar
así como si nada, tenía que plantar un poco de batalla, aunque solo
fuera por la sensación de no haber tragado y tragado sin escupir
algo.
- Acuérdate que te comente que habíamos tenido problemas y al final los resultados que nos habían pasado no eran buenos.
- No, a mi no me has dicho nada de eso. No recuerdo esa conversación.
Tú nunca recuerdas nada. Esto
último no se lo dije a la cara, aunque apunto estuve. Tampoco le
dije que tenía pensado comprar una grabadora para solucionar esos
problemas de memoria que tiene puntualmente, cada vez que habla
conmigo.
- Te lo comente en la última
reunión que tuvimos al final del periodo pasado para preparar la
reunión con central, que los datos podían variar dependiendo de los
resultados finales que nos tenían que pasar.
- No, no, no. Yo no me acuerdo de
eso – Entonces con quien coño me reuní yo ese día capullo de los
huevos. Estaba estupefacto, y encima él gilipollas de mi compañero
que estaba sentado en frente mía, un trepa de los que abundan por
estas lindes. Estaba disfrutando de lo lindo con todo lo que estaba
pasando – Bueno me da igual, quiero que soluciones esto ya y quiero
ver los datos que me habías dado al principio de todo – Con las
mismas se giro y se fue por donde había venido, pero antes de
desaparecer por la puerta se giro despacio y con esa medía sonrisa
con la que le pario su santa madre, me dijo – Lo quiero para hoy –
Y se largo.
Después de 12 horas de agotador
trabajo donde tuve que lidiar con jefes gilipollas, compañeros
trepas y clientes impacientes. Salí a la calle y adivinar ... mi
autobús se había ido, seguía lloviendo y yo seguía con mi
paraguas roto.
El día ha terminado. Conseguí
llegar a casa y bajar a correr un rato, aunque menos de lo que me
hubiera gustado. Quizás porque ya me había mojado bastante y no me
apetecía seguir mojándome más. Así que había llegado a casa, me
había duchado, me prepare una gran cena a base de fiambre y latas de
atún – obviamente no me había dado tiempo a ir a la compra y
tenía la nevera más pelada que la cabeza de un calvo- cena que
apenas había tocado y por si fuera poco en la televisión no había
una mierda. Todo eso lo remataba el saber que solamente estábamos a
lunes y me quedaba toda la semana por delante. Pero como soy un puto
motivado aunque en horas bajas, pues no pasa nada. Mañana seguro que
podría encontrar algún motivo por el que estar de mejor humor,
quizás que es martes y solo me faltaran tres días para volver a
mandar a mi jefe a la mierda, o por lo menos sino se lo digo lo
pensare.